De leyenda

Carlos Sainz 1997: el fin de una era

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Tras su breve paso por Lancia y sus campañas con Subaru, Carlos Sainz regresó en 1996 a la marca que le llevó al Mundial, Ford, y en 1997 volverá a pelear por el título.

Carlos Sainz 1997: el fin de una era

La situación en el Mundial de Rallyes de cara a 1996 marcó el camino a seguir por Carlos Sainz. Finalizada su relación con Subaru, con Toyota sometida a un año de sanción por las irregularidades técnicas cometidas en el Rally de Cataluña, y Mitsubishi descolgada por unas excesivas exigencias presupuestarias, Sainz tomó la decisión de retornar a sus orígenes y correr con el equipo Ford Motorsport, a los mandos de un Ford Escort Cosworth. Fue como arrancar de cero, y después de un año de acoplamiento, en 1997 Sainz demostró que era capaz de todo.

Frente a la temporada anterior, en 1997 hubo una novedad: la incorporación de Malcolm Wilson, ex piloto, a la dirección deportiva del equipo, y su experiencia aportó una mayor efectividad a la formación. El Ford Escort WRC era un coche con limitaciones, menos potente que sus competidores, como el Mitsubishi Lancer Evo IV de Tommi Mäkinen, o el Subaru Impreza WRC de Colin McRae, pero la consistencia de Sainz hacía confiar en que podría defenderse con brillantez. De hecho, la temporada se iba a convertir en una cuestión entre estos tres pilotos, Mäkinen, McRae y Sainz, los únicos que estarían presentes en las catorce carreras del Mundial, la cada vez más intensa temporada de rallyes que se extendía desde el mes de enero al de noviembre.

 

Puesta a punto terminada

El arranque no pudo ser mejor para Sainz, que fue segundo en Montecarlo tras el sorprendente Piero Liatti y su Subaru, y repitió la segunda posición en Suecia, esta vez por detrás del héroe local, Kenneth Eriksson, también a los mandos de otro Impreza WRC. Sí, Subaru dominaba la clasificación de fabricantes, pero Sainz era líder del Mundial de pilotos, algo que muy pocos confiaban ver debido a las ya comentadas limitaciones del Escort.

Pero no todo fue del color de rosa, porque con la llegada a climas cálidos, el Ford enlazó una racha de malos resultados que lastraron a Sainz, mientras que Mäkinen y McRae comenzaron a sumar victorias. Los abandonos en el Safari y Portugal, y la pobre décima plaza de Cataluña, hicieron que el madrileño perdiera terreno. En Córcega volvió a ser segundo, por tercera vez, en una carrera marcada por la lluvia en la que las manos de Sainz lograron eliminar la ventaja de la caballería del Subaru, aunque en esa carrera los Pirelli que montaba el escocés frente a los Michelin de Sainz fueron los que marcaron verdaderamente la diferencia.

No obstante, el segundo puesto fue una inyección de moral, y Sainz consiguió acercarse a sus rivales, pero una nueva avería en Argentina, cuando el Mundial llegaba a su ecuador, definió por completo la situación: Mäkinen y McRae se perfilaban como aspirantes al título, mientras que Sainz iba a depender más de los errores ajenos que de sus propios aciertos para entrar en la disputa del campeonato.

Llegan las victorias

El Rally Acrópolis de Grecia, en el mes de junio, marcaba el arranque de la segunda mitad de la temporada, y en las siempre extremas condiciones de la prueba helena, Sainz sacó a relucir su magia, anotándose la primera victoria de la temporada, e iniciando un periodo de buenos resultados que le permitiría meterse en la lucha por el título.

Casi dos meses después de la prueba griega viajará a Nueva Zelanda, donde consigue ser segundo, mientras que Mäkinen y McRae se quedan fuera de carrera. Las posibilidades de Sainz crecen, se sitúa segundo en la clasificación provisional superando a McRae. Tras semanas después llegó el turno del Rally Mil Lagos, que a petición de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) ese mismo año pasó a denominarse sencillamente Rally de Finlandia. Pero en las tierras nórdicas la suerte le fue esquiva y tuvo que abandonar, un duro varapalo precisamente cuando el equipo se encontraba pleno de moral y confiaba plenamente en sus posibilidades. No obstante, seguía segundo en el campeonato con solo cuatro citas por delante: Indonesia, Italia, Australia, y el Rally RAC en Reino Unido.

Indonesia traía un buen recuerdo a Sainz ya que había conseguido allí su única victoria de 1996. El arcilloso terreno de Medan, entre plantaciones de bananos, resultaba resbaladizo como pocos, y la elección de los neumáticos resultaría crucial. Y en esas difíciles condiciones, Sainz se mostró intratable, sumando la segunda victoria de la temporada, al tiempo que sus rivales se quedaban fuera de carrera, lo que volvía a meter al piloto madrileño en la carrera por el título.

Últimas esperanzas

Pero las tres últimas carreras del año tuvieron un desenlace inesperado. McRae y su Subaru se mostraron intratables anotándose los tres triunfos. A Sainz se le empiezan a escapar las opciones en Italia, donde solo pudo ser cuarto, pero se queda definitivamente sin posibilidades de luchar por el campeonato en Australia, donde se vio obligado a retirarse. En la prueba final, el Rally RAC de Reino Unido, Mäkinen y McRae se juegan el título. El escocés tiene que ganar y que el finlandés no acabe entre los seis primeros, y la actuación de Sainz podía ser determinante para que el título cayera de un lado o del otro.

Ajeno a todo, Sainz salió a ganar. No pudo batir al intratable McRae, impulsado por el entusiasmo del público local, y se vio superado por su compañero Juha Kankkunen, que se había incorporado al equipo mediada la temporada, terminando en una valiosa tercera posición, el mismo puesto que obtendría al acabar el campeonato.

Fue una manera brillante de cerrar su segunda etapa en Ford, porque en 1998 regresaría a Toyota, tras su periplo de cinco temporadas en las que había corrido con Lancia, Subaru y Ford. Le esperaban nuevos desafíos.

De esos desafíos que le esperaban y de aquellos que ya había superado, hemos hablado en otras ocasiones. Si quieres seguir conociendo la trayectoria de Carlos Sainz, te dejamos los siguientes artículos:

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